PRIMERA DIVISIÓN / JORNADA 5

4-1. La noche de los desheredados

El Atlético derrota al Celta apoyado en las paradas de Grbic y el acierto de Correa

Máximo infortunio vigués en los diez primeros minutos del partido, en los que tuvo que adelantarse

Simeone cambió al equipo tras el descanso después de una primera parte horrible

El ‘plan Griezmann’ sigue adelante: Simeone le sacó en el minuto 63

Atlético Celta
La noche de los desheredados
Tomeu Maura

En la noche de los desheredados el Atlético sometió al Celta a un castigo excesivo y se enganchó a la parte alta de la clasificación apoyado en un arranque de partido en el que todo le salió de cara, pero que no ocultó los desajustes defensivos que sigue cometiendo el equipo, que debe mejorar si quiere pelear por títulos. Correa, De Paul y Carrasco marcaron sus primeros goles de la temporada y el croata Grbic adquirió mucho crédito con dos paradas decisivas en los primeros minutos. Oxígeno antes de la segunda jornada de Champions. Los jugadores lo pedían a gritos.

Grbic y Correa, condenados hasta ahora a un papel secundario -de comparsa, en el caso del portero-, reivindicaron su camiseta con un partido protagonista en el que resultaron decisivos. No fueron los únicos. De Paul marcó y asistió, una situación inédita desde que está en el Atlético, y empezó a parecerse al jugador que llegó desde el Udinese. En cambio perdieron puntos Nahuel, de nuevo intrascendente, y sobre todo Hermoso, cuya primera parte fue digna del museo de los horrores. Mejoró en la segunda, pero sigue a años luz del nivel que mostró cuando el equipo fue campeón.

Al paso por el minuto 10 el Celta no sabía si estaba jugando un partido de fútbol o si era el protagonista desafortunado de una película de terror. Estaba cayendo derrotado en una noche en la que debía ir ganando cómodamente, pero entre Grbic y el poste le negaron el gol mientras el Atlético había aprovechado la única ocasión de la que había dispuesto. La inefabilidad del fútbol en su estado supremo.

Strand Larsen tardó un solo minuto en plantarse solo ante Grbic aprovechando un grave error de Hermoso, el primero de los muchos que cometió durante el partido. El noruego resolvió sin titubeos, pero en el camino hacia el 0-1 apareció el cuerpo del portero croata, que convirtió en oro el primer balón que tocó  como titular rojiblanco en Liga.

Lejos de sumirse en una depresión, el Celta siguió presionando arriba a un Atlético desconcertado. Poco después los gallegos botaron un córner desde la izquierda y en el punto de penalty apareció Hugo Mallo para rematar a bocajarro y volver a encontrarse la oposición de Grbic, que como un portero de balonmano se quitó el balón de encima.

La segunda oportunidad desaprovechada del Celta fue castigada con el primer mandamiento del fútbol profesional: el que perdona lo paga. En su primer ataque elaborado, a los ocho minutos, Lemar diseñó un cambio de juego de izquierda a derecha, Nahuel prolongó a De Paul y éste a Correa, que solo en el área culminó al primer toque la conexión argentina para abrir el marcador.

Coudet golpeó el suelo con violencia encolerizado por tanto infortunio, pero aún le quedaba otro golpe por encajar. Dos minutos más tarde Hermoso volvió a mostrar su cara oculta y perdió un balón ante quien es pecado perderlo, Iago Aspas. El 10 del Celta utilizó la más hábil de sus piernas para dibujar un remate perfecto. Y, no, esta vez no llegó Grbic, pero para desgracia del Celta apareció el poste para escupir el disparo. Increíble pero cierto.

Ni siquiera así perdió la fe el Celta, que agotó la primera parte en busca del empate y soltando varios remates que no cogieron portería, pero que provocaron susurros en la grada porque la respuesta del Atlético fue inexistente. Cuando Hernández Hernández mandó a los futbolistas a los vestuarios no hubo ni un solo aficionado rojiblanco que no respirara aliviado.

Simeone soltó tantos gritos en el intermedio que los jugadores salieron con las orejas ardiendo. Y, por si acaso no resultara suficiente, con Koke como novedad en el puesto de un de nuevo muy irregular Lemar. Fue mano de santo. La tendencia cambió por completo el partido y a los cuatro minutos de la reanudación el Atlético dio la puntilla tras un disparo de De Paul que rebotó en el pie de Unai Núñez y despistó a Marchesin.

Ahí claudicó el Celta. La fe ni le dio para más y se dejó llevar. A los 65 minutos Carrasco marcó el 3-0 tras una jugada coral que acabó con recorte y disparo seco del belga, que necesitaba una alegría así para despertar de un letargo que duraba ya demasiado.

La grada se preparó para vivir un final de partido triunfal, pero eso es algo imposible en el Metropolitano. De repente quien cayó fue el Atlético, lo que aprovechó el Celta para exprimir su séptima vida. A los 71 minutos Gabri Veiga sorprendió a Grbic con un disparo en el primer palo y durante un buen rato el balón no salió del área rojiblanca. De nuevo apareció el run-run por las tribunas, pero se aplacó a los 82 minutos, cuando una carrera de Cunha desde su propio campo acabó con un pase hacia atrás del brasileño que remató contra su portería Unai Núñez, que ya había sido infortunado protagonista del 2-0. El último dardo de una noche negra para un Celta que pudo haber cambiado el signo del partido si hubiera estado acertado en los orígenes.

 

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